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¿Qué ver en la Sierra de Gata?

Si buscas un destino turístico natural, en el que disfrutar de pueblos de postal y unos paisajes idílicos, la Sierra de Gata es un lugar que no te puedes perder. Te descubrimos en este artículo algunos de sus parajes más bellos.

La Sierra de Gata es una comarca de montaña situada en el nordeste de la provincia de Cáceres. Limitando con la comarca de las Hurdes, con la provincia de Salamanca y haciendo frontera con Portugal.

En 1977, el I.C.O.N.A. la incluyó en el inventario de espacios naturales protegidos. La zona, enmarcada dentro de la sierra que le da su nombre, está atravesada por los cauces de los ríos Alagón y Ejias. Su difícil accesibilidad le ha convertido en uno de los rincones más vírgenes de la península ibérica. Conservando lugares de gran belleza natural y paisajística, y manteniendo la idiosincrasia de su vida rural, reflejada en sus pueblos y aldeas, por los que parece que no pasa el tiempo.

Raquel Izaguirre, que la visitó con su familia, nos recomienda que para disfrutar de la belleza del lugar es aconsejable alojarse en una de las casas rurales de la zona. Ella lo hizo en la Casa Rural Flor del Naranjo, ubicada en el municipio de Cadalso, en mitad de la sierra. Allí acudió con un grupo de amigos, formado por 16 adultos y 10 niños, y pasaron unas vacaciones inolvidables.

Estos son algunos de los atractivos que encierra la Sierra de Gata.

Sus pueblos.

En un artículo publicado por Europa Press se señala que en la comarca existen dos pueblos dentro del listado de los 100 más bonitos de toda España. La comarca está conformada por un conjunto de 13 pueblos o aldeas que tienen una población media de 500 habitantes por municipio. De entre estos pueblos, 5 de ellos están considerados bien de interés turístico nacional. Nos detenemos en cada uno de ellos:

  • Trevejo.

Se trata de una aldea medieval ubicada en las faldas de una montaña, en cuya cima se levanta un castillo semi-derruido, construido por los templarios durante la reconquista. En las calles empinadas que conducen al castillo se encuentran las casas de piedra de estilo medieval en las que aún habitan sus actuales moradores. La calzada está empedrada con cantos rodados, y de ellas salen, en ocasiones pequeñas escalinatas, para poder acceder a la puerta de las casas, construidas de esta manera para salvar el desnivel. La singularidad y encanto de esta aldea se ha conservado a lo largo de los siglos gracias al empeño que han puesto en ello sus vecinos.

  • San Martín de Trevejo.

No muy lejos de allí, se encuentra San Martín de Trevejo, con casi 900 habitantes. Entre los múltiples atractivos del pueblo se encuentra la arquitectura de sus casas, con sus populares tozones, vigas de madera que sobresalen hasta la calle y cuyos bordes están labrados con rostros humanos. Las paredes están construidas con piedra y adobe y por el centro de las calles empedradas discurren canalones de agua que baja desde la montaña. Este pueblo fue la sede del Comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén y aún se conserva su palacio señorial construido en la baja edad media.

  • Gata.

Gata es otro municipio emblemático de la comarca. No se sabe bien si el pueblo cedió su nombre a la sierra, o fue la sierra quien le dio su denominación. Lo que sí se conoce es que fue condecorada por el emperador Carlos V como ilustre villa, al demostrar su fidelidad al monarca durante la rebelión de los comuneros. Gata es una amalgama de casas humildes y otras señoriales, colindando en ocasiones muro con muro, a lo largo de sus calles empedradas, tan tradicionales en toda la zona. Del pueblo destaca la Fuente del Chorro, representada en su escudo, que surte continuamente agua que proviene de las montañas y su almena medieval, que protegía la villa.

  • Hoyos.

Hoyos es un municipio señorial, plagado de palacetes y casas nobles centenarias, construidas en piedra, con grandes portones góticos enmarcados en columnas y altivoltas y grandes jardines en su interior. No en vano, la localidad fue escogida durante siglos como lugar de vacaciones de los obispos de la archidiócesis de Cora. Hoyos es hoy la capital administrativa de la comarca y algunos de sus edificios históricos albergan instituciones públicas.

  • Robledillo de Gata.

Es una recóndita aldea de difícil acceso, que tal vez por eso ha sabido conservar su singularidad. Sus casas están construidas con cantos de piedra unidos entre sí con una argamasa de adobe. Sus balcones están cerrados por barandas de madera y entre sus estrechas calles descubres pasadizos minúsculos y corredores ocultos, que convierten al pueblo en un lugar enigmático. El municipio se haya encajado al final de un profundo valle de la sierra.

Pasajes naturales.

Dice el blog de la empresa fabricante de neumáticos Goodyear, que la Sierra de Gata es un paraíso para los amantes del senderismo. Puedes transitar sin problemas por vías pecuarias entre la cima del monte Jalama, a 1.492 metros de altura, y el Pico de la Bolla, con una altitud de 1.519, los dos picos más altos de la sierra, sumergiéndote entre dehesas verdes, bosques de castaños y valles atravesados por arroyos. La comarca está repleta de rutas de senderismo que atraviesan paisajes naturales que con frecuencia tienen su punto de partida y llegada en alguna de sus aldeas. Lo cual nos da pie poder visitarlas.

La Sierra de Gata es un enclave ideal para los amantes de la micología, el estudio y recolección de hongos y setas. En sus montes se encuentran más de un centenar de hongos diferentes, muchos de ellos, aptos para el consumo humano. La gran variedad de setas del lugar se debe a la exuberancia de la vegetación, a la humedad ambiental y a la diversidad de terrenos. Alternándose tierras arcillosas al sur de la comarca, con otras de pizarra en el límite con Portugal y en el Valle de Árrago.

Precisamente, el Valle de Árrago está declarado espacio natural protegido al ser  hábitat natural del buitre negro. En él se combinan zonas rocosas con valles poblados por pequeños roedores y aves.

El embalse del Borbollón, en el término municipal del Santibañez El Alto, es uno de los parajes preferidos de España por los aficionados al avistamiento de aves. Se trata de un lago artificial construido a modo de embalse en 1954 a partir de una fuente que emanaba agua procedente de la montaña. Al inundar de agua la zona, se creó una gran biodiversidad faunística en el lugar. Muchas migratorias escogieron el sitio como punto de parada. Justo en el centro del embalse se creó accidentalmente la isla de Parra Chica, un lugar donde el valle hacía un pequeño repunte y que ha permanecido repleto de una frondosa arboleda. En el embalse podemos encontrar una nutrida colonia de garzas, cigüeñas blancas y milanos negros, entre otras especies.

Otros tesoros de la sierra.

En Robledillo de Gata se encuentra la piscina natural más grande de la comarca. En realidad no es del todo natural, sino que es fruto del diseño del arquitecto Tomás Vega Roucher y del artesano del lugar, Andrés Amores, que supieron aprovechar los recursos naturales para crear un espacio acondicionado para el baño.

De un alto del terreno emana una cascada de agua que originaba un arroyo caudaloso, que el arquitecto decidió frenar con un dique de piedra y unas esclusas metálicas. El artesano cubrió el fondo del terreno con un mosaico de cerámicas esmaltadas que recuerdan las esculturas de Gaudí. En los laterales se acondicionaron bancales de piedra en los que hay colocadas escalerillas de aluminio para salir del agua, y donde los bañistas puede estirar la toalla, rodeados por la vegetación natural de la zona.

Desde la almenara medieval de Santibañez El Alto se tienen una de las mejores vistas panorámicas de la Sierra de Gata. El castillo árabe del siglo XX, construido en la cima de la montaña, en cuya falda se halla el pueblo, permite observar a un lado la belleza del embalse de Borbollón y, por otro lado, las Vegas de Coria, la comarca colindante. Desde lo alto del castillo se pueden divisar los 13 pueblos o aldeas que conforman la comarca. Prácticamente, dando una vuelta de 360 grados sobre nosotros mismos, podemos apreciar la belleza que encierra toda la sierra.

La Sierra de Gata se caracteriza, además, de disponer de su propia lengua, “A Fala”. Un dialecto del castellano mezclado con determinadas expresiones y vocablos provenientes del portugués y plagado de múltiples arcaísmos. Palabras y expresiones cuyo rastro se pierden siglos atrás. Se dice que “a fala” tiene un origen medieval y que se ha conservado a lo largo del tiempo debido a la inaccesibilidad de la comarca. Es frecuente escucharlo en municipios como San Martín de Trevejo, si bien su uso se extiende por toda la zona.

Por desgracia, la Sierra de Gata sigue siendo un lugar desconocido de nuestro país. Un tesoro recóndito que vale la pena descubrir.

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