¿Tienes unos días de vacaciones? Pues aquí te proponemos uno de los mejores destinos de Europa: Budapest. Se trata de un lugar de lo más completo, donde puedes hacer de todo y disfrutar de diferentes actividades y paisajes. Dependiendo de los días que lleves contigo podrás vivir diferentes experiencias y empaparte más o menos a fondo de la ciudad y sus alrededores.
Lo primero que has de hacer es comprarte los billetes de avión para embarcarte en esta aventura. Si los coges con tiempo no tiene por qué salir especialmente caros. Hay estudios que dicen que comprarlos con siete meses de antelación es lo mejor para encontrar los precios más asequibles. También puedes ahorrar en los desplazamientos al aeropuerto. En lugar de ir en taxi, tren o autobús desde tu ciudad, puedes llevar tu coche y dejarlo en alguno de los aparcamientos privados como Park Car que se encuentran en las inmediaciones de los aeropuertos y se encargan de recoger y entregar tu vehículo.
Los alojamientos en Budapest tampoco son especialmente caros. Como ciudad turística y majestuosa que es, encontrarás hoteles con precios desorbitados, pero tampoco hay que llegar a esos extremos. Tienes de todo. Incluso, si vas con amigos, algunas empresas se dedican a alquilar preciosos apartamentos en el centro de la ciudad donde tienes de todo y estás a mano de los lugares más turísticos.
Una vez hayas llegado al aeropuerto de Budapest, lo mejor para no perderte e ir al alojamiento escogido es el taxi. No es especialmente caro y puedes compartirlo con tus amigos o con algunas de las personas que te encuentres en el aeropuerto, ya que entre varios el precio acaba disminuyendo y valiendo poco más que lo que te cuesta el autobús al centro de la ciudad, que es raro que te deje en la puerta del hotel. Ya en el centro de la ciudad, lo mejor es moverse con la red de metro, que te impresionará por la belleza de sus diferentes estaciones, o con el autobús, que conecta fácilmente ambas márgenes del río.
Por norma general, los turistas suelen alojarse en el margen del río donde se encuentra el edificio histórico del Parlamento. Una majestuosa construcción que recuerda un poco al inglés y que es imposible verla al completo si no es desde el río o desde la otra orilla del mismo. Casi siempre se encuentra en obras, porque es demasiado grande como para estar siempre en perfecto estado, pero es una maravilla que no podemos dejar de contemplar.
En esta misma margen y muy cerquita del Parlamento se encuentra también el monumento a los judíos muertos durante el Holocausto. Se trata de moldes con forma del calzado de estos, lo que dejaban en tierra antes de caer al río muertos. Recuerda un pasado trágico pero a la vez es un homenaje tierno.
En esta zona encontraremos también diferentes templos religiosos que no podemos dejar de ver. Desde la catedral de la ciudad, a la que podemos subir para contemplar Budapest desde su torre. Esta es totalmente redonda, así que nos dará una vista de todos los rinconcitos de la ciudad. También tenemos cerca la iglesia en la que se casó Sisi, la famosa emperatriz casada con el emperador Francisco. Las sinagogas son también parte de la tradición religiosa de la ciudad y es posible entrar y visitarlas, aunque hay que pagar un tique nada barato. Eso sí, da derecho a visitar también algún museo de esta tradición.
Desde las sinagogas podemos llegar a la zona de las calles comerciales. Aunque no deja de ser un lugar de compras como el de otra ciudad cualquiera, es cierto que, de vez en cuando, entre tiendas de souvenirs y firmas internacionales que podemos ver aquí también, encontramos algún que otro tesoro como las tradiciones tiendas de artículos de música y de Navidad. Todo un espectáculo para los sentidos. La vista y el oído disfrutan como nunca en medio de tal festín navideño. Normalmente venden este tipo de artículos durante todo el año, excepto de Navidad a las fechas de Semana Santa, cuando cambian sus adornos.
Pero si lo que queremos es comprar en tiendas de lujo, Budapest es también nuestro lugar. De paso que visitamos su famosa ópera, donde durante cualquier fecha del año podemos encontrar obras para ver (aunque es conveniente comprar las entradas antes de que se agoten), en esa misma calle encontraremos las mejores boutiques de las firmas de prestigio. La calle de la ópera es también la de los edificios señoriales y las embajadas, donde veremos aparcados coches de alta gama y gente acicalada almorzando en restaurantes de prestigio.
Si la recorremos hasta el final en sentido contrario al río llegaremos a uno de los parques más preciosos de la ciudad donde además de ver monumentos, lagos y un castillo que quita el sentido, nos encontraremos como uno de los mayores atractivos de Budapest: los balnearios. Esta ciudad húngara es conocida por sus aguas termales y las propiedades de estas. Cuenta con un gran número de balnearios, pero este es uno de los mejores para los turistas, ya que es de los más limpios y de los más grandes. Normalmente los húngaros tienen sus propias tradiciones para sus momentos de ocio y algunos van a jugar al ajedrez a otros balnearios (sí, mientras están dentro del agua), otros son solo para hombres, en algunos se pueden bañar desnudos… Definitivamente este es uno de los más recomendables si no te quieres encontrar sorpresas. Está compuesto por varios edificios y puedes ir recorriéndolos todos de piscina en piscina, cada una con sus diferentes propiedades. Tienes también la posibilidad de dejar tus cosas en una taquilla y pagar por diferentes comodidades, así como varios tratamientos. La oferta de masajes, de comedor y de artilugios para disfrutar de tu día (necesitas al menos una jornada entera para conocer todo el complejo) es muy amplia, pero aunque la entrada no sea muy cara, sí necesitarás llevarte dinero para todo lo demás.
Una vez te hayas relajado en las aguas termales, en esta misma margen del río puedes disfrutar de los estrambóticos pubs nocturnos y bares hechos dentro de casas en ruinas y con extraños artilugios de decoración que es imposible saber de qué vertedero los han sacado. Se trata de un tipo de locales que están muy de moda en la ciudad y donde los turistas se encuentran cada noche. La calidad de lo servido está en función del precio, que no es barato. Se trata de una experiencia inusual pero que hay que vivir. Eso sí, no descartes que si hace mal tiempo te llueva encima, la rehabilitación de estos edificios para instalar estos locales no es muy buena.
Al otro lado del río encontraremos lo que muchos llaman el castillo de Budapest, o también Castillo de Buda (por el nombre que recibe esta margen del río; la otra es Pest), que no deja de ser un palacio que hace las funciones de museo. También podemos ver iglesias preciosas y diferentes monumentos. Pero si estás en esta web es porque a ti lo que te gusta es lo curioso de cada ciudad, así que vamos a hablarte de un lugar secreto que hará de tu estancia un viaje insólito: el hospital de la roca.
Como su nombre indica, está bajo la roca, en el interior de la tierra de la colina de Budapest, y está conformado por alrededor de unos diez kilómetros de cuevas interconectadas. En el pasado era un hospital de urgencias y bunker nuclear de carácter secreto. Se construyó a raíz de la II Guerra Mundial, y no fue hasta el año 2008 cuando se convirtió en museo.
Diferentes aparatos de medicina todavía conservados, camas, mantas e algunos maniquís nos transportan al pasado para que podamos imaginarnos cómo podían ser aquellos tiempos de guerra. Durante la visita guiada, además de las explicaciones de la persona que nos acompaña, podemos ver también algunos vídeos de aquella época y saber a fondo cómo se trabajada en ese lugar, cómo se deshacían de los cuerpos ya sin vida o como recogían alimentos y a personas que necesitan ayuda.
En esta parte de la ciudad merece también una visita el Bastión de los Pescadores, una terraza de estilo neogótico y neorrománico situada en esta orilla del Danubio, cerca de la preciosa iglesia de San Matías. Es de principios del siglo pasado y sus siete torres representan las siete tribus magiares que se establecieron en la cuenca carpatiana en el año 896. Recibe el nombre del grupo de pescadores responsable de defender este enclave de las murallas de la ciudad en la Edad Media. Se trata de un mirador con numerosas escaleras y paseos.
Para finalizar la visita a esta margen del río, podemos ir a la ciudadela (lo más cómodo y barato es tomar un taxi) para admirar sus vistas y descender desde allí por su colina para atravesar por alguno de los preciosos puntos el Danubio y volver a la otra parte de la ciudad. Si es de día y está abierto es recomendable echar un vistazo al principal mercado de la ciudad, lleno de productos típicos de la gastronomía y también de la artesanía (esto último, en la segunda planta).
Si tenemos más días para nuestra visita, podemos ir al castillo de verano de la familia real, a pocos kilómetros de distancia en tren, o alguno de los grandes lagos donde los húngaros van a pasar sus jornadas de ocio. Incluso, si alquilamos un coche, no estaremos muy lejos de Praga y Viena, aunque desde aquí os recomendamos que esas dos ciudades merecen una propia visita.
Para finalizar la vuestra por esta ciudad bañada por el Danubio, nada mejor que un paseo por el mismo. A ser posible, hacedlo por la noche, ya que las luces que iluminan esta perla centroeuropea le dan un toque especial.