Dice un refrán popular que “quien no vio a Oviedo, non vio el cielo”, una frase muy gráfica que representa y resume toda la belleza monumental, paisajística, histórica… que encierra. Además, el amplio abanico de posibilidades gastronómicas, de diversión, culturales, comerciales, etc. que nos ofrece esta increíble y adorada ciudad de Oviedo, capital del Principado de Asturias y reconocida por la Comisión Europea como una de las ciudades de Europa con mayor calidad de vida es impresionante. Oviedo o Uviéu, en bable, está habitada por 220.020 ovetenses o como popularmente se les denomina “carbayones”, apodo que reciben por un legendario roble centenario o “carbayón”, en bable, de 9 metros de diámetro que existía al comienzo de la calle Uría, una de las principales calles de la ciudad y que debido al mal estado de su madera se taló en el año 1879.
Pero Oviedo es más que eso, dado que esta ciudad, cuyo origen se remonta a la Edad Media, cuenta con numerosos vestigios de arte prerrománico por lo que merece que hagamos un amplio recorrido por sus rincones y monumentos históricos, cuyas edificaciones construidas durante el Reino de Asturias fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1985 con el nombre de “Iglesias del Reino de Asturias”. Así, para no perdernos nada, debemos de hacer un recorrido que pasaría por:
- La Catedral. Conocida también como Sancta Ovetensis, por la cantidad y calidad de reliquias que contiene, fue mandada construir en el siglo IX por el rey asturiano Alfonso II el Casto, considerado oficialmente como el primer peregrino a Santiago, sobre una primera iglesia de estilo prerrománica dedicada a San Salvador, es de estilo gótico y en ella destacan la Cámara Santa que guarda el Santo Sudario, la segunda reliquia más importante de la Cristiandad, la Torre Gótica, el Retablo Mayor y el
- Santa María del Naranco. Mandado construir por el rey Ramiro I en la ladera del monte Naranco, es un antiguo palacio encuadrado dentro del estilo de arte asturiano, cuya construcción se terminó en el año 842. Fue el primer palacio que se edificó en altura y el único medieval que se conserva de la época.
- San Miguel de Lillo. Construida a 100 m. del anterior, es una iglesia prerrománica construida por el rey Ramiro I.
- La fuente de Foncalada. Una fuente de agua potable construida bajo las órdenes del rey Alfonso III en el siglo IX al lado de la calzada romana que unía el norte y el sur de la región, es además la única construcción civil con un fin de utilidad pública de la Alta Edad Media que se conserva en la ciudad.
- El Ayuntamiento. Enclavado en la Plaza de la Constitución la edificación se inicia en 1622 aprovechando un soporte de la vieja muralla que rodeaba la ciudad, su estilo es barroco.
- Fundada por el arzobispo Fernando Valdés Salas en 1608 con apenas 25 estudiantes, en ella impartieron clase grandes escritores como el Padre Feijoo y Leopoldo Alas Clarín, autor de La Regenta.
- Antiguo Hospicio reconvertido actualmente en el Hotel Reconquista, fue declarado en 1973 Bien de Interés Cultural, su construcción se inicia en 1752 con un estilo barroco.
Para conocer Oviedo se necesita callejear, pasear sus calles o sus plazas como la encantadora Plaza del Fontán, en pleno centro histórico, construida en 1792 sobre una laguna natural, de ahí le viene su nombre, ya que fontán en bable significa fuente, manantial. Aquí podemos observar el caño del fontán que data de 1657 y el famoso mercado de abastos de El Fontán construido en hierro a finales del siglo XIX. Otra plaza muy concurrida y visitada de la ciudad es la Plaza de la Escandalera, eje de la zona comercial y limitada por lugares tan emblemáticos como la calle Uría, el Paseo de los Álamos o el Campo de San Francisco, uno de los pulmones de la ciudad.
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La gastronomía de Oviedo
Y como irnos de Oviedo sin probar las exquisiteces gastronómicas que esta tierra nos ofrece, su inigualable y universal fabada asturiana con su famoso compango formado por chorizo morcilla, lacón y tocino, el pitu de caleya, las fabes con almejas, el arroz a la asturiana, el pixin…, y de postres el arroz con leche requemado y los típicos carbayones, todo ello regado con la bebida más asturiana, un buen culín de sidra.