El deporte es un medio fascinante para conocer gente muy interesante y también para descubrir lugares fascinantes. Cada año, millares y millares de deportistas se desplazan hasta otras regiones o ciudades para tomar parte en una competición. Muchos de ellos terminan sorprendidos ante el encanto de entornos que, de otra manera, no hubieran conocido. Ese interés por lo desconocido hace acto de presencia en sus entrañas.
Y es que el deportista es prácticamente el mejor viajero. Fijémonos por ejemplo en la cantidad de ciudades que visitan los clubes de Primera División en España para completar la Liga. En el mapa aparecen lugares tan diferentes como A Coruña, Bilbao, San Sebastián, Barcelona, Villarreal, Sevilla o Las Palmas de Gran Canaria, entre muchos otros lugares, cada uno con sus tradiciones y sus rincones especiales.
Ser un aficionado al mundo del deporte y, en concreto, al del fútbol, es sumamente enriquecedor culturalmente. Es lo que he aprendido tras muchos años de seguimiento a mi equipo de fútbol, con el que trato de viajar siempre que juega fuera de casa. He visitado decenas de municipios y ciudades y cada vez me resulta más gratificante y útil poder aprovechar la visita para saber algo más sobre su historia, sobre sus parajes o sobre su gastronomía.
Mis amigos y yo somos del Granada. Desde muy pequeños hemos acudido a nuestro estadio, a Los Cármenes, para ver a nuestros ídolos competir en categorías muy diversas. Pero también nos gusta ir a verlos a otros estadios. Cuando nuestro equipo jugaba en Tercera División, recorrimos media Andalucía. Ya en Segunda B, el espectro se abrió a todo el sur peninsular. Finalmente, desde el ascenso a Segunda División (ahora estamos en Primera), todos los viajes son de carácter nacional, lo que nos ha permitido estar con el equipo en sitios muy diferentes entre sí.
Para la peña que componemos mis amigos y yo hay un denominador común en todos los viajes: además de para el fútbol, el tiempo que pasamos en otra ciudad tiene que ser empleado para conocer algo más sobre ella. Esto implica en la mayoría de los casos largas caminatas en las que se precisa ropa deportiva y, a menudo y a consecuencia de las bajas temperaturas imperantes en muchas ciudades de nuestro país, ropa térmica.
Para adquirir dicha ropa siempre hemos tratado de confiar en empresas que nos la proporcionaran de un material muy resistente al frío y a un precio módico. Por desgracia, no siempre lo hemos conseguido y eso ha puesto en pie de guerra, y con motivos más que comprensibles, a algunos de los integrantes de mi grupo.
El año pasado decidimos ponernos serios y buscar decididamente una tienda que nos facilitara la ropa que queríamos. Rodolfo, uno de los miembros del grupo, nos comentó que había oído hablar de Marians Sport, una tienda que, además de estar especializada en la venta de ropa relacionada con el mundo del fútbol, podía surtirnos de las mejores prendas térmicas.
Unas visitas mucho más apetecibles
Desde el primer momento nos dimos cuenta de que no nos equivocábamos al confiar en Marians Sport. Su ropa térmica sí que aislaba completamente el frío con el que teníamos que convivir al visitar los rincones más selectos y especiales de varias ciudades españolas. Este era uno de los motivos por los cuales los viajes comenzarían a ser mucho más cómodos en el futuro. No nos cabía duda alguna acerca de ello.
Y allí estábamos. Caminando por el Madrid de los Austrias, por el casco histórico de Bilbao, aprovechando el viaje a Barcelona para realizar una caminata por la sierra de Montserrat… y un montón de desplazamientos más. Sin frío. Con unas prendas contundentes que nos permitían mantener en calor en medio de un ambiente totalmente invernal.
El fútbol se ha convertido para nosotros en un elemento indispensable no solo para desconectar de la rutina diaria, sino también para tener el pretexto de adquirir la riqueza cultural que implica el viajar cada dos fines de semana.