Hace unos años me quedé en paro y estuve mucho tiempo sin poder viajar, una de mis mayores aficiones. Así que me prometí que en cuanto tuviese algo de dinero iría por fin al destino con el que siempre había soñado: Cerdeña. Lo he hecho esta año, ya que hace dos que he montado una tienda franquicia de ropa para niños del Grupo Reprepol y está yendo bastante bien, así que una vez ya amortizada puedo empezar a darme mis primeros caprichos, y tenía bien claro que esta isla italiana sería el primero de ellos.
La verdad es que podía haberlo bastante antes, porque lo cierto es que si organizas el viaje con tiempo no es tan caro como a simple vista podría parecer. Para llegar allí hay un montón de ferris que salen desde Barcelona y donde puedes llevar el coche, pero lo cierto es que ir avión, con una aerolínea de bajo coste, no sale por mucho más de cien euros por persona. Y esta fue la opción por la que nos decantamos mi pareja y yo.
Llegamos al aeropuerto de Alguero, aunque hay más en toda la isla. Especialmente económico es el de Cagliari, ya que ese es el otro al que vuelan este tipo de compañías más baratas y las más conocidas.
Pues bien, en esta ciudad de fortalezas y encanto mediterráneo nos llevamos una increíble sorpresa, y es que te puedes entender con sus habitantes perfectamente en catalán, ya que hace muchos años era el idioma oficial de esta parte que ahora es de Italia. Aquí recorrimos una ciudad de piedra y comimos estupendamente los productos del mar, un mar que visitamos al día siguiente al ir a barco a unas preciosas cuevas formadas dentro de la tierra y para las que avisamos que hay que abrigarse para no pasar frío.
Al ser una ciudad pequeña basta con dos días para hacer todo esto y que además te quede tiempo de ir a la playa, así que un par de días después volvimos al aeropuerto para contratar un coche de alquiler y seguir recorriendo la isla. Si queréis un consejo, tirad de las empresas de rent a car propias de la zona, ya que son muchísimo más baratas que las internacionales. La diferencia es muy grande, mucho más del doble del precio, por lo que es un dato muy a tener en cuenta.
Así, con nuestro pequeño coche italiano nos plantamos en la península de Stintino, que es esa mítica playa de arena blanca y fina y con aguas cristalinas que sale en todos los reportajes sobre viajes que en Cerdeña se ruedan. Una tarde maravillosa pasamos allí en un agua en la que no da miedo meterse ya que la temperatura es excelente.
De ahí nos fuimos a dormir a un pueblo que está más al este, Castelsardo. Se trata de una pequeña localidad costera (todo nuestro viaje era de este carácter, recorriendo la isla) coronada por un antiguo castillo que se puede visitar como hicimos nosotros a la mañana siguiente. Desde allí se ven el puerto y por la noche hay muy buen ambiente para salir de fiesta.
Continuando nuestra ruta costera nos fuimos a la parte de la costa Esmeralda de la isla, llamada así por su color, haciendo una pequeña parada en una playa conocida por su tono rosa, debido a las rocas con las que se forma la arena. En el puerto de Palau cogimos un barco que nos llevó por todo el archipiélago de la Magdalena. Posiblemente sea este el lugar más bello que he visto en toda mi vida, con un color increíble en el agua. Una preciosidad de la naturaleza y de la que puedes sentirse parte al bañarte en las playas donde apenas encontrarás un puñado más de turistas que han llegado en tu barco o en algún yate privado.
Por la noche, ya de vuelta a la isla grande, visitamos Porto Cervo, uno de los lugares más exclusivos del mundo. Aquí los yates que verás harán de menos a los de Marbella o Puerto Banús. No hay ni punto de comparación. Y no habrás visto semejante concentración de tiendas más caras en un espacio tan pequeño. Aquí es donde está la famosa discoteca de Flavio Briatore, el Billonaire.
Tras ver esto, cualquier lugar parecerá tener poco glamur. Pero nosotros continuamos nuestra visita por Cerdeña visitando más debajo de este lateral de la isla la zona de Cala Gonone, donde puedes coger un barco que te lleve a una playa a la que no se puede acceder en coche y casi desierta. Y posteriormente llegamos a Cagliari, la otra gran ciudad de Cerdeña, aunque más urbana, sin tanto encanto como Alghero, a donde regresamos ya por autopista para devolver el coche en el aeropuerto y embarcar de nuevo a España.