Viajar siempre es una experiencia inolvidable. Da igual lo que hagas, o en el rollo que vayas, porque siempre habrá algo que haga a ese viaje único. Puedes ir en plan mochilero, de camping, a hoteles 5 estrellas o a un resort, eso da igual porque lo que verdaderamente queda en el recuerdo son las experiencias vividas en dicho viaje, momentos, instantes y las personas con las que viajas.
¿Sabéis cuántas veces he estado yo en Barcelona? Pues alrededor de 6 veces. Cuando este verano me propusieron volver a ir podría haber dicho que no, haber propuesto otro destino o simplemente haberme quedado en casa pero yo sabía que este viaje iba a ser diferente, igual que todos los demás.
La primera vez que visité la ciudad condal debía tener unos 15 años y viajé con el instituto en autobús hasta Tarragona allí para ver “El Monasterio de Poblet”, una abadía cisterciense del S. XII y luego seguimos camino hasta Barcelona. Pasamos allí dos o tres días, no más, y de ese viaje recuerdo las risas, las noches sin dormir, las bromas y algún que otro lío.
La segunda vez que fui debía tener unos 17 o 18 años, viaje de final de curso “París – Londres” con parada en Barcelona. Estuvimos allí dos días y luego de camino a la capital francesa. No recuerdo mucho de ese viaje la verdad, de ninguna de las tres ciudades que visitamos, es como si tuviera un borrón ahí manchado, pero sé que estuvimos que algo es algo.
La tercera vez fui para ver un musical “Rent”, que me encantó, y ahí fue la primera vez que hicimos recorrido cultural por La Pedrera y la Casa Batlló, pero poco más la verdad.
Cuarta vez. Con 23 años aproximadamente. Me fui con dos amigas y dormimos en un hostal que se encontraba en una travesía de Las Ramblas. Lo pasamos muy bien: tres amigas por el mundo visitando lo que nos daba la gana. Que si el museo de cera, que si el oceanográfic, parque Güell, la Sagrada Familia y mil cosas más, y por las noches, fiesta, mucha fiesta.
La quinta vez fue con 29 años, por un tema de negocios. Tuve que acudir a unos seminarios y fue todo bastante aburrido. No me dio tiempo a ver nada ni a relajarme un poco, solo iba de una sala a otra escuchando conferencias a lo loco. Fue un poco irreal todo la verdad.
Diferente y similar al mismo tiempo
Y la sexta vez ha sido ahora, con 32 años, de la mano de mis compañeros de trabajo. Nos fuimos todos (bueno, la mayoría) con nuestras parejas, y ha sido el viaje más divertido de todos. Eso, por no hablar de que fue muy diferente ya por el mero hecho de alojarme en un hotel en condiciones. Dormimos en el Mercer Barcelona, un hotel de lujo ubicado en pleno centro, en un edificio emblemático de la ciudad. Precioso, elegante y con un servicio exquisito.
Paseamos por las calles barcelonesas prestando atención a cada detalle, mientras reíamos, comprábamos y disfrutábamos de nuestra estancia. Ha sido un viaje muy diferente al resto a pesar de haber ido al mismo sitio y os puedo asegurar que esto pasa en todas las ocasiones porque, aunque está genial eso de no repetir destino, sino te queda más remedio tampoco te arrepentirás porque, como decía en un principio, cada viaje es único.