Hace poco menos de diez años la crisis había llegado a España y, precisamente por entonces terminaba mis estudios de Traducción e Interpretación. Había elegido alemán e inglés entre mis combinaciones lingüísticas y, cerca de terminar mis estudios universitarios tan solo me quedaba una experiencia pendiente, mi beca Erasmus.
Me había costado un poco aclararme en cuanto al destino, pero, finalmente, opté por Berlín. No conocía nada sobre esta ciudad, tampoco había conocido ningún alemán hasta entonces, pero me encantaba aprender este idioma y quería tener la oportunidad de una inmersión lingüística en alemán, así que Berlín me pareció la mejor opción.
Por entonces, no había una comunidad de españoles tan importante como hay ahora en la capital germana pero sí que había bastantes españoles que empezaban a tener curiosidad por vivir en la ciudad del diseño, el arte y la arquitectura.
Y es que, por poco que supieras sobre Berlín, si una cosa está clara es que es una ciudad que respira historia en cada uno de sus rincones sea ante la Puerta de Brandenburgo o paseando por su casco histórico, o mejor conocido como Mitte.
Aprendí mucho viviendo en Berlín y, no solo alemán, aunque gracias a hablar y escuchar alemán todo el tiempo ahora mi nivel es prácticamente bilingüe. Al terminar mi Erasmus y gracias a mi conocimiento tan bueno de alemán no tardé en encontrar trabajo, primero como guía y poco a poco empecé a meter cabeza como traductora.
Es curioso como muchas veces los tiempos son tan importantes a la hora de tomar decisiones, y es que por entonces las cosas en España empezaban a tener muy mala pinta lo que me motivó a quedarme en Berlín tras mi beca.
La mudanza me costó un poco, aunque apenas tenía cosas, lo más difícil fue pensar en cómo traerme el coche. En esto mi padre me solucionó el problema ya que conocía los servicios de Transportes Transthalia y lo arregló todo para que mi coche llegara sano y salvo a Alemania.
Mirando hacia atrás, parece mentira que ya haya pasado casi una década de aquello. No sé cómo me hubieran ido las cosas de quedarme, sin duda en Berlín he podido abrirme camino sin problema y empiezo a tener muchas ganas de volver ahora que mis padres se están haciendo mayores.
Lugares que uno no se puede perder si visita Berlín
En todo este tiempo me han visitado muchos amigos y, con el tiempo, me di cuenta de lo diferente que es conocer una ciudad si tienes quien te enseñé los sitios realmente interesantes que, en la mayoría de las ocasiones, no aparecen precisamente en las guías turísticas.
Algunos de mis musts cuando vienen amigos de visita es llevarles al Ostermarkt de Alexanderplatz, este mercado en la plaza más característica de la ciudad será una parada obligada. Comida, mini mercadillo y el mejor lugar para encontrar los mejores obsequios de regalo.
Zitadelle Spandau, un espectáculo medieval que se celebra en la pequeña ciudad de Spandau. La verdad es que la comida alemana y su cerveza son los grandes protagonistas de este evento, al igual que las justas de caballeros, juglares. Todo un espectáculo medieval que hará las delicias de los amantes de la época.
Kulturbrauverai, donde todos aquellos que busquen mover el esqueleto un rato al ritmo de varios estilos musicales encontrarán la oportunidad perfecta en estantigua fábrica reconstruida como un complejo de bares, pubs y discotecas. El edificio está situado cerca de la parada Ebserwalder, a unos metros de una calle repleta de restaurantes de todo tipo, como es la Kastanienalle y SchöhhauserAlle.
Otro de mis lugares favoritos de la ciudad son los jardines de Gärten der Welt, unos jardines de cuento con ornamentos asiáticos donde pasear y encontrar un lugar estupendo para relajarse y desconectar de la ciudad (en la ciudad).
Y para desayunar fuera, no hay mejor lugar que Tiergarten, uno de los símbolos por antonomasia de Berlín con su gran jardín.